"Para pasar al otro lado del espejo se necesita del valor temerario de un niño de siete años, de su facultad para convertir el azul en quetzal y la nube e garza.
Él sabe que tiene que ascender por lavertiente más peligrosa del espejo, trepar cuidadosamente para no tropezar con el brillo, afianzar con firmeza el pie para evitar hundirse en la garganta de los reflejos, y eludir el encuentro cegador con los ojos de su doble. Entonces llegará a la cúspide y pasará al resplandor del otro lado, descendiendo por la parte oscura de la luna."
Jairo Aníbal Niño
Wednesday, August 11, 2004
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